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La Iglesia de San Miguel Arcángel

La Iglesia de San Miguel Arcángel
La Iglesia de San Miguel Arcángel

San Miguel de Abona tuvo parroquia independiente a partir de 1796, que se ubicó inicialmente en la ermita de San Miguel Arcángel construida en 1665. Hasta  la mencionada fecha, los vecinos debían desplazarse a la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Vilaflor para cumplir con sus deberes religiosos. La distancia  las malas condiciones del camino hicieron que los sanmigueleros solicitasen al Obispado disponer de una parroquia propia. Pero el crecimiento de la población hizo que pronto la capacidad de la primitiva ermita fuera insuficiente para satisfacer las necesidades de los vecinos, dando comienzo entonces a las obras  para la ampliación del templo. En la primera mitad del siglo XIX finalizó la construcción de la nave principal del edificio, las dos sacristías y la primera torre. La inauguración tuvo lugar en 1874, aunque las obras no finalizaron hasta bien entrado el siglo XX.

La Iglesia de San Miguel Arcángel
La Iglesia de San Miguel Arcángel

La Iglesia de San Miguel Arcángel posee una distribución sencilla. Consta de una única nave y cuatro capillas laterales, comunicadas con la nave a través de arcos de medio punto. La cubierta es a cuatro aguas sobre muros sin ornamentación, altos y gruesos. Los materiales utilizados para su construcción proceden de canteras de la zona. Posee dos torres con forma cuadrangular siendo la de menor tamaño la de mayor antigüedad.

En su interior se conservan diversas obras, como las imágenes de Nuestra Seora de la Inmaculada Concepción, San José y San Miguel Arcángel. El primer retablo del altar mayor, realizado entre 1842 y 1845, fue sustituido durante la segunda década del siglo XX por el actual, de estilo neoclásico. La participación de los vecinos ha sido fundamental en la edificación de la iglesia. Colaboraron en el traslado de las piedras y del agua para su construcción. Muchos pagaron un tributo destinado a la compra de enseres, a la fábrica de la iglesia, etc. Asímismo, en 1864 un grupo de emigrantes de San Miguel residentes en Cuba adquirieron en Madrid un órgano para la iglesia y emigrantes sanmigueleros establecidos en Venezuela compraron en 1953 el reloj para la torre nueva. Por otra parte, las limosnas de los fieles permitieron la adquisición de los bancos de la iglesia, y las donaciones personales hicieron posible la colocación de ornamentos nuevos. Un buen reflejo de esta participación de los vecinos en la obra es el recuerdo del nombre de Anita Feo, »portadora de la primera piedra de la iglesia».

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